HUMOR FILOSÓFICO

El Gallo

El Gallo (Rafael Gómez Ortega),

fue un torero español

muy famoso, hermano del

más famoso aún Joselito, que

se relacionaba con lo mejor

de la sociedad de su tiempo.

Cierto día alguien quiso presentarle

a Don José Ortega y

Gasset y al preguntar quién

era este señor le contestaron

que era el más eminente filósofo

español del momento.

Entonces, el matador pidió

que le explicaran en qué consistía

su profesión. “Los filósofos

se dedican a pensar” le

contestaron. Asombrado, el

Gallo contestó “Hay gente

pa' tó”.

martes, 25 de mayo de 2010

¿REALIDAD?

La otra mañana cuando desperté

del sueño de la noche, me di cuenta
de que estuve soñando con el maestro
Descartes, él me hablaba de lo
que había estudiado días atrás sobre
su teoría del método y su filosofía
sobre la verdades evidentes a las
que se atiene la razón. No podía
creer que sus enseñanzas habían sido
un sueño, y entonces me vino a
la mente que toda su teoría estaba
impregnada de verdad. Pues, en ese
momento de racionalidad, en el que
me puse a pensar sobre “lo engañoso
de lo soñado”, me di cuenta que
todas las materias que estudiamos
en clase todos los días, los procedimientos
matemáticos de cálculo y
deducción, los problemas que queremos
solucionar de toda índole a
través del conocimiento y la experiencia
pueden ser un método, una
vía, pero son a fin de cuenta experiencias
vitales y del mundo sensible,
llenas de imperfecciones y sutilezas.

Además, cuántas veces nos complicamos
la vida sin extraer ideas
sencillas de las cosas aparentemente
complejas, y que una vez solucionadas
nos damos cuenta de lo sencillas
que eran. Los seres humanos, desde
luego, nos distinguimos de los animales
por utilizar el conocimiento o
la razón, el intelecto, frente a los
animales que se guían por intuición
y por el mundo experimental, estando
engañados muchas veces por la

realidad en la que viven. No debemos
caer en una eterna fábula. Debemos
tener consciencia de que en nuestro
yo reside “la razón”, que para mí no
es otra cosa que la verdad, y la verdad
proviene, innata o no, de algo
superior, llámese Dios, que nos la ha
dado para ser diferentes a los demás
seres vivos. Nuestra mente y nuestro
cuerpo pienso que están conectados
por un alma que también pertenece a
Dios, ¿qué sentido si no, tiene el que
todo sea un devenir perecedero, el
que algún día tengamos que morir?,
¿todo se acaba ahí con la experiencia
de lo vivido? No, creo que hay algo

más, se quiera encontrar por la vía
empírica de la prueba científica para
llegar al conocimiento o se quiera dar
supremacía a la razón por sí sola como
herramienta suficiente del hombre
para conocer la verdad; hagamos
caso de la teoría de las ideas, del
mundo inmutable de Platón, diferente
del sensible, o lo hagamos de Sócrates,
que hasta prefirió probar la cicuta
para demostrar la verdad a sus alumnos.


Todo ello pasa siempre por pararnos
y pensar desde nosotros mismos,
preguntarnos y cuestionarnos
qué hacemos aquí, y por qué actuamos
como actuamos.

Es posible, que enlazando con la

teoría de las interpretaciones, sea a
través de las ideas que existen en
nuestra razón o las impresiones sensibles
que recibimos del mundo externo,
todo sea un sueño interpretativo,
como dijo en su obra Pedro Calderón
de la Barca, la vida es un sueño, puede
que todo sea una gran obra de teatro
donde nosotros somos los personajes,
seres imperfectos y cuyo final
esté predeterminado, hasta que pasemos
a otro nivel superior que Dios o
entidad perfecta nos tenga preparados,
para volver por qué no a representar
con una “razón también mejorada”
otra gran obra.

Estudio y estudio, y lo cierto es

que con todo esto me está entrando
sueño, y me quedo dormido una vez
más en mis pensamientos… y en plena
ensoñación ¡despierto, sobresaltado,
me pongo nervioso, no puede ser
irreal!, pero de pronto vuelve la razón,
estoy pensando, ¡qué gran esperanza!,
pues “pienso, luego existo” y
mientras pienso camino hacia la verdad
absoluta.

José David García Alfonso
(2º BSO)

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