Este libro me ha impresionado mucho. No pensé que me afectaran tanto sus palabras, en ningún momento me ha sido indiferente. Al principio no lo entendía muy bien, no sabía lo que quería decir y no le encontraba un significado, pero a medida que me introducía en la lectura iba entendiendo más y más y comencé a comprenderlo. Admiro mucho las palabras de este escritor. Él imagina un futuro completamente frío y sórdido. Me dolería mucho que finalmente termináramos así. Por ello, este libro me ”ha concienciado” un poco más y veo ahora con mayor claridad que este mundo debería cambiar. Aquí se refleja la victoria del vicio, el consumismo, el placer, lo agradable… Lugar en el que el sacrificio, el amor, la nobleza o la valía no tienen ningún significado. La inexistencia de Dios para guíar a las personas crea un mundo perdido y sin esperanzas desde mi punto de vista.
Este relato tiene un gran mensaje ético y la verdad es que su lectura me ha ayudado a comprender ciertos valores que hoy día tenemos vigente y que no quisiera que se esfumasen. Supongo que, habría que cambiar para que un futuro cómo éste suceda. Me imaginaba una vida dentro de millones de años mucho más avanzada científicamente, en la que se tardase milésimas de segundos en desplazarse de un lugar a otro, o la inexistencia de enfermedades irremediables. Pero en esta imaginación nunca me faltaban el amor, la nobleza o la religión. Es por ello por lo que el espíritu de cambio no cesa en mi conciencia.
Su final ha sido completamente inesperado. Una persona se da cuenta de lo que está ocurriendo en este mundo “civilizado” y todos los factores morales de los que carece. Finalmente termina suicidándose, en soledad y apartado de todos. Más de una persona que fuese consciente de esta situación pienso que terminaría de la misma manera, por lo que con más ahínco quisiera que este desenlace de nuestro planeta no sucediera. El título refleja completamente la oposición de lo que muestra. Ahora mismo me alegro mucho de vivir en el mundo que vivo, y agradezco infinitamente levantar la cabeza de mi lectura y ver a mi padre, a mi madre y a mi hermana sentados en la mesa esperándome para cenar.
Dolores Soledad Bueno González (4º A)
martes, 25 de mayo de 2010
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