HUMOR FILOSÓFICO

El Gallo

El Gallo (Rafael Gómez Ortega),

fue un torero español

muy famoso, hermano del

más famoso aún Joselito, que

se relacionaba con lo mejor

de la sociedad de su tiempo.

Cierto día alguien quiso presentarle

a Don José Ortega y

Gasset y al preguntar quién

era este señor le contestaron

que era el más eminente filósofo

español del momento.

Entonces, el matador pidió

que le explicaran en qué consistía

su profesión. “Los filósofos

se dedican a pensar” le

contestaron. Asombrado, el

Gallo contestó “Hay gente

pa' tó”.

martes, 25 de mayo de 2010

EL MITO DE LA CAVERNA

El “mito de la caverna” es una alegoría platónica que representa el estado en el que vive sumergido la humanidad, un estado de esclavitud, esclavos de un mundo y unas ideas que creemos ciertas pero que tan sólo son distorsiones de la realidad, imágenes, representaciones, sombras. Vivimos una mentira, envueltos en un simple eco de la realidad. Sus opiniones, pues, están lejos de ser adecuadas y certeras.
Somos niños, que nos aferramos a nuestras deformadas y cómodas opiniones con fuerza, sin ningún deseo de liberarnos de nuestra prisión. Porque ¿qué nos esperaría si escapásemos? ¿Por qué tenemos tanto miedo a lo desconocido? ¿Por qué preferimos vivir en la “felicidad” del ignorante? Quizás porque es más cómodo, es más sencillo… Dicen que más vale lo bueno y conocido, que lo malo por conocer. Pero… ¿y si todo es mentira? Si alguien consiguiese escapar y saliera a la luz del sol, quedaría cegado por la luz y creería que las sombras son más reales que la luz.
Sin embargo, si se fuera acostumbrando poco a poco a la luz, sería capaz de mirar los objetos reales, de los que antes sólo había visto sus sombras. Este hombre podría entonces ver a sus compañeros tal como son, seres encarcelados por las pasiones, por sus costumbres, por sus prejuicios…, prisioneros de la ignorancia. Y si saliera de la caverna a la luz del Sol, sería capaz de ver el mundo de los objetos reales, un mundo sin sombras ni deformaciones, el mundo de la verdad.
Si regresara a la caverna e intentara contar al resto lo que ha visto fuera, seguramente lo pondrían por loco. ¿Y acaso no pasa esto en la realidad? Los grandes iluminados, las personas que consiguen liberarse de todas las ataduras y de todas las capas superficiales que nos cubren, personas que lo dejan todo y vuelven al principio, para volver a mirar el mundo que los rodea con una nueva mirada, con una nueva luz, la luz del sol del exterior, y no la hoguera de la caverna. ¿Acaso no hemos llamado locos a estas personas a lo largo de toda la historia? ¿Quiénes son los locos? ¿Quiénes son los equivocados?
Esta alegoría enseña que elevarse a un nivel más alto requiere esfuerzo y disciplina, por eso le da tanta importancia a la educación, para conducir a los jóvenes al conocimiento de la verdad, para salvar a la humanidad de pasar la vida en un sombrío mundo de errores y mentiras, ciegos de los verdaderos valores.

María Soledad Molina González (2º BCyT)

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